Volatilización del nitrógeno en el NOA: pérdidas invisibles con alto costo

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Un informe de Aapresid revela las características que propician esta situación. Cuál es el costo ambiental de la volatilización y algunas recomendaciones para reducirla

El nitrógeno (N) es el nutriente que en mayor medida limita la producción de maíz en Argentina, y su uso, uno de los más ineficientes. Dentro de las pérdidas que ocurren tras la aplicación de fertilizantes nitrogenados, la volatilización de amoníaco (NH₃) representa una de las vías más críticas, especialmente en el norte argentino, donde las condiciones ambientales y de manejo potencian este proceso.

Cuando la fuente elegida es urea, la hidrólisis comienza inmediatamente después de su aplicación superficial, catalizada por la enzima ureasa presente en suelos y rastrojos. Este proceso incrementa el pH local y favorece la conversión de N a amoníaco gaseoso, que puede escapar a la atmósfera en cuestión de horas.

Según el último informe de Aapresid “en el NOA, donde la fertilización se realiza de manera tradicional al voleo en el estadio V6 del maíz, la combinación de altas temperaturas (frecuentemente superiores a 30 °C), humedad variable y ausencia de lluvias inmediatas después de la aplicación constituye el escenario ideal para la volatilización”.

Desde la Red de Nutrición de Cultivos del Norte Argentino de Aapresid (RNCNA), explican que la magnitud de la volatilización de N depende de varios factores, entre ellos, la fuente de fertilizante aplicada, la dosis, las características del suelo como humedad, pH, CIC, contenido de materia orgánica y cantidad de rastrojo, y las condiciones ambientales como temperatura, viento y precipitaciones.

En el último Informe de la Red, un artículo analiza el fenómeno de volatilización de fertilizantes nitrogenados en ensayos sobre 12 ambientes del NOA, desde 2021/22 a 2023/24. El mismo revela que el pico de volatilización de urea ocurre a las 48 horas posteriores a la fertilización, alcanzando valores cercanos al 15% del N aplicado.

Por otro lado, asegura que cuando se utilizan inhibidores de ureasa (NBPT) para tratar la urea previo a aplicar, las pérdidas se reducen a valores promedio del 8%. Asimismo, estos inhibidores retrasan entre 24 y 48 horas el pico de emisión, lo que permite ampliar la ventana de tiempo para la ocurrencia de precipitaciones que incorporen el fertilizante al suelo.

En comparación, fuentes alternativas como el nitrato de amonio calcáreo (CAN) presentan las menores pérdidas, aunque con un costo por kilogramo de N sensiblemente mayor en el mercado.

La dinámica de las lluvias posteriores a la aplicación constituye un factor clave. Los ensayos del NOA permiten agrupar ambientes según el número de días transcurridos entre la fertilización y la ocurrencia de precipitaciones mayores a 10 milímetros. En aquellos sitios donde la lluvia ocurrió entre 0 y 4 días después de la aplicación, las pérdidas fueron significativamente menores respecto a los ambientes que permanecieron más de 10 días sin precipitaciones. Esto confirma que, en condiciones de alta probabilidad de volatilización, la oportunidad de la lluvia inmediata es determinante en la eficiencia de uso del fertilizante.

La inversión que “el viento se llevó”

Desde el punto de vista económico, la magnitud de estas pérdidas es determinante. En condiciones de volatilización del 15%, una aplicación de 100 kg de N/ha con urea convencional implica una pérdida de 15 kg de N/ha, que, al costo estimado de 0.6 USD/kg de N, representa cerca de 9 USD/ha de inversión dilapidada en la atmósfera.

Si se proyecta a escalas de lote o región, el impacto en la economía productiva es considerable. Los mismos ensayos reportaron que la dosis óptima económica (DOE) y el retorno para urea con inhibidor superó a las demás fuentes, tanto en eficiencia como en rentabilidad.

El costo ambiental de la volatilización

La volatilización, además de ser una pérdida económica directa, conlleva efectos ambientales de relevancia. El amoníaco liberado puede re-depositarse en ecosistemas sensibles y actuar como precursor de emisiones indirectas de óxido nitroso (N₂O), uno de los gases de efecto invernadero con mayor potencial de calentamiento global.

El informe de Huella de Carbono para sistemas productivos bajo siembra directa desarrollado por la Red de Carbono de Aapresid incluye resultados de estimaciones que indican que la utilización de urea con inhibidores de ureasa no solo disminuye la volatilización, sino que también reduce entre un 15 y 20% las emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con la urea tradicional, con beneficios directos en la huella de carbono de la producción agrícola.

Recomendaciones para reducir la volatilización

La recomendación converge hacia la necesidad de integrar las 4R del manejo de nutrientes: aplicar la dosis correcta, en el momento oportuno, con la fuente más adecuada y mediante la forma de aplicación que asegure la mayor eficiencia de uso.

En particular, en el NOA resulta crítico planificar la fertilización en función de los pronósticos de precipitaciones, evitar aplicaciones en horas de máxima insolación y considerar tecnologías de protección del nitrógeno, como ureas estabilizadas con inhibidores NBPT o NPPT, que aseguran una mayor persistencia en superficie y disminuyen el riesgo de pérdidas.

Fuente: TodoAgro.com.ar