Impulsada por la crisis financiera y el fracaso de Doha, Bruselas relanza su campaña para concretar un “acuerdo de asociación” con el bloque sudamericano.

Aunque nadie sabe a ciencia cierta cómo “amanecerá” el planeta tras el terremoto bursátil en sus centros capitalistas (Estados Unidos y la Unión Europea), lo cierto es que difícilmente el aspecto comercial, político y financiero global sea siquiera similar al conocido antes de la caída en cascada de los grandes bancos de inversión. Es que los actores se reacomodan, ya sea tomando rumbos imprevisibles -aún para una imaginación afiebrada- o bien acelerando las trayectorias ya asumidas.